El asalto al cuartel de Madera, el 23 de septiembre de 1965

Por: Francisco Ortiz Pinchetti

MADERA, CHIHUAHUA.- Flores serranas, humildes, amanecen cada 23 de septiembre, desde hace 13 años, sobre la plancha de cemento que cubre una de las pobres tumbas del campo santo local: es la fosa común a la que fueron arrojados, sin caja, los cuerpos de 7 de los 8 guerrilleros muertos por el ejército cuando trataron de tomar por asalto el cuartel de esta antigua estación maderera situada en las estribaciones de la tarahumara, a 300 kilómetros al noroeste de la ciudad de Chihuahua.

Seis cruces de madera. Seis nombres: Arturo Gámiz, Pablo Gómez, Antonio Scobell, Miguel Quiñones, Oscar Sandoval, Rafael Martínez Valdivia. Falta una cruz y un nombre: el de Emilio Gámiz, hermano de Arturo. Los restos del octavo guerrillero muerto Salomón Gaytán, se encuentran en una tumba, distante a 4 metros.

Todos ellos y cuando menos 5 compañeros más, pretendieron tomar por asalto el rústico cuartel militar de esa población, en la madrugada del 23 de septiembre de 1965. Fue el epílogo de una lucha, iniciada con movilizaciones campesinas en demanda de tierra y agotada en una efímera campaña guerrillera, la primera de inspiración socialista en el país.

Lo ocurrido aquella madrugada es sin duda la más importante, o lo único importante tal vez, vivido por Madera, un pueblo sin concierto, oloroso a leña quemada, que hoy tiene 12,000 habitantes. Región maderera esta, el bosque ha sido para los campesinos la vida, pero también la explotación y la muerte. Y el motivo de una larga, inacabable lucha.

Lucha en la que tuvieron una intensa, significativa participación aquellos atacantes del cuartel. Casi todos ellos habían militado o dirigido organizaciones campesinas, estudiantiles o políticas que formaban parte de un creciente movimiento de masas en el norte del país.

Arturo Gámiz, Pablo Gómez, ambos profesores y el segundo de ellos también médico, quienes encabezaron la guerrilla que atacó el cuartel de madera fueron miembros del Partido Popular Socialista, aunque disidentes finalmente de su dirección nacional. Ambos fueron también activos dirigentes de la UGOCM en Chihuahua y organizaron importantes movilizaciones campesinas en demanda de tierras que encontraron una creciente represión por parte de las autoridades estatales.

Otros de los que se convirtieron finalmente en guerrilleros fueron miembros del Movimiento de Liberación Nacional, el Consejo Nacional de Estudiantes Campesinos Socialistas, la Federación de Obreros y Campesinos de Durango, la Juventud Popular Socialista y otras organizaciones.

Con excepción del doctor Gómez que tenía al morir 40 años de edad, se trataba de jóvenes cuyas edades fluctuaban entre los 20 y los 25 años de edad.

Se sabe que en la acción armada del 23 de septiembre de 1965 tomaron parte también Guadalupe Scobell, Ramón Mendoza y tres más conocidos sólo por sus alias: "Matías", "Hugo", y "Luis". Los 5 lograron escapar después del enfrentamiento.

"La agrupación y la corriente política que ellos representaban -dice el Comité de defensa Popular de Chihuahua en un escrito entregado a Proceso- estaba integrada y de hecho dirigía el movimiento real y masivo de trabajadores, estudiantes, maestros y otros sectores populares. A partir de la consolidación de ese movimiento y su orientación hacia objetivos políticos y revolucionarios de más largo alcance, encauzaron a dicho movimiento para adoptar como línea y métodos revolucionarios la lucha armada".

Aunque la decisión de tomar las armas parecía ser respuesta a la actitud, cerrada y represiva de las autoridades, en especial el gobernador Praxedes Giner Durán, viejo general villista al que acusaban de proteger a los caciques. En realidad el grupo encabezado por Gámiz y Gómez tenía concepciones bastante amplias de las meras reivindicaciones campesinas, concretas, por las que había venido luchado. Así se deduce de los documentos producidos en dos "reuniones de la sierra" realizadas mucho tiempo antes a los hechos ocurridos en Madera, donde se plantea la lucha armada como única alternativa para lograr una transformación radical de las estructuras sociopolíticas del país.

En el último de esos documentos inéditos se concluye en efecto que "únicamente mediante la revolución armada podrá el pueblo mexicano liberarse".

Con todo, es claro que en lo inmediato su lucha iba dirigida contra los férreos cacicazgos de la sierra chihuahuense, donde gente como los Ibarra y los Vega disponía de "guardias blancas" para imponer el terror y despojar a los campesinos y donde empresas como Bosques de Chihuahua, explotaba por igual -y explota aún- al bosque y a los campesinos.

Arturo Gámiz organizó la guerrilla a finales de 1963. Su primera acción ocurrió en febrero de 1964: la voladura con dinamita de un puente en una propiedad de los Ibarra.

El 15 de julio de 1964 los guerrilleros se enfrentaron a un grupo de agentes judiciales del estado a quienes desarmaron y atacaron, el 23 de mayo de 1965, atacaron cerca de Madera a un pelotón de soldados que andaba en su búsqueda. Hicieron huir a los militares y se apoderaron del parque que éstos abandonaron.

Fueron esas las únicas acciones que precedieron al asalto al cuartel de Madera, hecho que sorprendió aun a muchos de sus simpatizantes.

Algunos de ellos, así como habitantes de Madera testigos de lo ocurrido, relata ahora el episodio.

OCHO HORAS DE BALAZOS

En la hora exacta en que se inició el ataque nadie se pone de acuerdo. Fue antes del amanecer, entre las 5 y las 6 de la mañana. El numero de atacantes tampoco se ha precisado, aunque hay evidencias -como un plan encontrado en la ropa de Gámiz, con la ubicación de cada guerrillero -, para suponer que sólo fueron 13.

Ese número de atacantes y la precariedad de armas con las que contaban -dos rifles de 7 milímetros, tres 30-06, y 2 mosqueteros, una vieja escopeta y dos rifles .22 además de algunas granadas, bombas Molotov y cartuchos de dinamita -, hace parecer absurda la pretensión de tomar el cuartel en el que había 125 soldados bien pertrechados, inclusive con ametralladoras.

Para el ataque, los guerrilleros se distribuyeron en un punto que rodeaba el cuartel, como la escuela, la vía del tren, la casa redonda de la estación. Pero salvo algunas casas del llamado barrio americano, estaban en un llano despoblado, sin posibilidad lógica de escapatoria en las afueras de la población.

El tiroteo duró según las versiones entre una y tres horas, aunque José María Bohórquez, habitante de una casa cercana, asegura que "no paro sino hasta las dos de la tarde". Ocho guerrilleros murieron, seis de ellos impresionantemente acribillados a balazos. Gámiz y Gaytán perecieron aparentemente cuando uno de los cartuchos de dinamita que este último llevaba le estalló accidentalmente en las manos. El informe oficial indicó que cinco soldados murieron en la refriega y uno más posteriormente, cuando se le atendía en el hospital de Chihuahua. Hubo once militares heridos y dos civiles fueron muertos por los soldados al día siguiente, al confundirlos con los guerrilleros prófugos.

María Cardoso, otra vecina del lugar asegura que cuando menos a cuatro de los guerrilleros les dieron el tiro de gracia. Lo cierto es que ninguno fue capturado herido. Tras el tiroteo, se inicio una cacería de los supervivientes en el pueblo primero y luego en toda la región. La tropa detuvo a cientos de campesinos -"a casi todo el pueblo" según Santana Pérez Rosas -, a quienes condujeron al cuartel. "Ahí nos desnudaron a todos y así nos tuvieron hasta las tres de la tarde unos por que a otros ahí los mantuvieron.

Cuenta Pérez Rosas, que en aquel entonces dirigía el comité particular de solicitantes de El Serrucho, que, "el pueblo se calentó, no crea, por mero se avienta contra la Federación". Y dice que su padre fue encarcelado durante 15 días porque en su rancho encontraron el rifle y la ropa de uno de los guerrilleros. "Fue verdad -confía -; uno de los que escaparon llegó al rancho a esconderse y papá lo ayudó. Le dio de comer, le presto ropa y le dijo como pelarse".

A la vieja Dolores Mena de Bohórquez le duele todavía el recuerdo de aquellos ocho cadáveres ensangrentados a los que los soldados "echaron arriba de una troca, como si fueran cachos de madera".

Los cuerpos de Arturo Gámiz y Pablo Gómez iban a ser trasladados en avión a Chihuahua. Estaban ya en el rústico aeropuerto de la población metidos en bolsas, pero llegó el gobernador Giner Duran y ordenó que todos los cadáveres fueran sepultados ahí mismo en una fosa común.

"Era tierra lo que peleaba, ¿no? ¡Pues dénles tierra hasta que se harten!", dijo el gobernador.

Y los cuerpos fueron arrojados como fardos a la fosa abierta por tres soldados en el panteón de Madera, mientras que los cinco militares caídos en la acción eran sepultados con honores y con la bendición del cura local, José Rodríguez Piña, que en cambio se negó a hacer lo mismo con los cadáveres de los guerrilleros...

HUBO UNA DELACION

¿Una acción suicida?, En realidad, como el título de cuadro alusivo al hecho realizado por el pintor chihuahuense Alberto Carlos, "Ellos supieron por que", pero nadie más se lo explica claramente.

Emilio Gámiz Fernández, de 58 años de edad, padre de Arturo y Emilio Gámiz, sin embargo, tiene sus sospechas. Entrevistado en el poblado de Anáhuac, Chihuahua, donde vive, platica que uno de los sobrevivientes le aseguró que los guerrilleros habían sido traicionados por el capitán Barajas que en México entrenó a varios de ellos, y en el cual Arturo tenía mucha confianza.

"Lo que sí hay una cosa rara. Por ejemplo, la guarnición habitual de Madera era de 30 soldados y ese día había 125. Luego, el momento de iniciarse el tiroteo el maquinista de un tren que estaba cerca del lugar prendió los fanales y alumbró a los guerrilleros, descubriéndolos".

Pero Elodia García de Gámiz la madre de los guerrilleros piensa que eso ya no importa. "Arturo y Emilio están muertos y nosotros estamos orgullosos de lo que hicieron y por que murieron", dice. Y agrega:

"Más con lo que hemos visto después. Lo que ocurre en México les da cada vez más la razón. Por eso, aunque sentimos haberlos perdido, estamos orgullosos".

Singular familia la de los Gámiz. Además de Arturo y Emilio, muertos en la acción de Madera, Dolores y Amalia están asiladas en Cuba y uno más, Jacobo, que fue integrante del Partido de los Pobres, desapareció el 13 de marzo de 1974, tras un enfrentamiento con la policía de Acapulco, donde resultó herido. "Esa es ahora nuestra gran pena: saber de él, saber si esta vivo o muerto", dice la madre, que ha agotado todos los recursos para saber su paradero. "Me han dicho que lo vieron en la cárcel de Perote y en el Campo Militar Numero Uno, pero el gobierno nada responde".

Como los Gámiz, los Gómez y otras personas relacionadas con los guerrilleros de Madera, insisten en señalar que la Liga Comunista "23 de Septiembre" que tomó como nombre la fecha del asalto no tiene nada que ver con aquellos ni derivan de forma alguna del movimiento que ellos encabezaron.

En cambio, algunos campesinos dirigidos por Gámiz y Gómez realizaron acciones armadas con posterioridad al asalto de Madera. Uno de esos grupos fue encabezado por Oscar González. En 1968 asaltaron un aserradero en Tomóchic, Chihuahua y meses después fueron muertos en la sierra. Otros corrieron igual suerte. Todo acabó.

El sábado pasado, 23 de Septiembre como cada año, algunas flores serranas, humildes, amanecieron sobre la tumba de los guerrilleros, pocas.

Cada año menos.

Revista Proceso, Núm. 99 del 25 de septiembre de 1978