CUANDO los combatientes de Madera otearon el horizonte político del país, concluyeron que la lucha sería larga y difícil y por ende --previnieron-- había que empezar jóvenes. Eso fue una profecía. Las efemérides del asalto al cuartel militar aquel 23de septiembre de 1965 ya se asoman al medio siglo y la premonición juvenil de los luchadores se cumple no solo por el devenir cronológico, sino ante todo porque las líneas de su programa emparentan de cerca con la satanizada matriz mayor condensada en el Manifiesto Comunista de 1848, lo cual de ninguna manera sería una casualidad, sino el resultado de la concatenación de dos visiones que atinan al centro del corazón de la explotación del hombre por el hombre, uncidas por el abnegado eslabón magonista en la patria mexicana.
Y es que el tiempo, el relevo generacional y, sobre todo, la oportunidad política --fácil, dócil y puntual prevaricadora--, cumplen implacables ritos que fuerzan a los movimientos a sucumbir y a convertirse en santuarios iconográficos inermes que deben mascullar su latencia subversiva desde la desesperación de su ingrato congelamiento.
Antes de que predomine la cómoda consigna funeraria y se imponga la tesis que obligue a concebir a Madera como un "antecedente" de esto o de aquello --¡ay de ustedes, honorables magonistas y villistas!-- y sucumba aterida en las paupérrimas páginas de un pergaminoso libro escolar o de una conformista nomenclatura de algún muro parlamentario, es menester asaltar de nuevo a la vanguardia de la comunicación, como lo hicieran ellos a golpe de mimeógrafo en su tiempo. Es impostergable la recuperación fiel de la esencia vital de las imágenes y el pensamiento de aquellos revolucionarios en esa nueva, enorme y sorprendente pantalla sideral que marca la modernidad, en pro de volver a sostener que Madera no es historia porque sigue siendo movimiento; en pro de argumentar con lacerante actualidad que la beligerancia política del movimiento de 1965 está más que legitimada, sobre todo a la vista de la infamante pobreza galopante y el doloroso trasiego mendicante de los indígenas cuya hospitalidad serrana cobijó a la atrevida juventud irrespetuosa y combativa.
Es tiempo entonces de que la voz de los luchadores que iniciaron en Madera conquiste audaz la complejidad de la pasmosa modernidad y que se escuche el acompasado traquetear de un mágico mimeógrafo virtual acuñando imágenes cibernéticas, tomadas del profundo humanismo de los cuadernillos de los encuentros políticos de la sierra chihuahuense que prepararon el enjundioso asalto fundador al cuartel de Cd. Madera.
En consecuencia, esta página virtual ofrece una respetuosa pero intransigente resistencia al ejercicio canibalesco de la historia; es por definición iconoclasta y se aferra a la discusión libre de la experiencia de Madera como la continuación de la beligerancia por otros medios como lo son el del conocimiento y la discusión del movimiento, que al fin, siquiera con eso, refrendará su carácter de legítimo pivote del gran giro político nacional cuya fortaleza latente aún reclama la reivindicación real de los oprimidos.
Rogelio Luna Jurado